Percy Jackson y el ladrón del rayo

Ehm... ¿Hola?
Cuanto polvo hay por aquí, ¿Pero dónde diantres se ha metido Concha, la asistenta? Esto es una vergüenza, ya ni las personas virtuales me hacen caso, voy a contactar con Cleverbot para poner una querella.
En fin, dejemos de echarle la culpa a la pobre Concha que todos sabemos que si esto está tan abandonado es sólo culpa mía. Por cierto, ¿Habéis visto que foto tan cutre le he hecho a mi ejemplar de Percy Jackson? Soy todo un artista.

Venga, vamos al lío que yo he venido aquí para reseñar esta joyita de la literatura juvenil. Que levante la mano quien todavía no sabe quién es Percy Jackson que se la corto.
Tranquilo, tranquilo... es broma. Si no lo conoces ya te lo presento yo, Percy Jackson es un jovencito normal y corriente que un día descubre que es hijo de un Dios, ¿Como te has quedado? Bueno, vayamos por partes.

No se si recuerdas esos dioses vengativos y ególatras de la antigua Grecia, ¿Como eran? Ares, Hades, Poseidón, Afrodita... venga, sí, que se que te suenan. Pues estos son el pilar en el que se sustenta la historia de Perseus Jackson, Percy para los amigos.

El caso es que estos dioses son un poco... ninfómanos, y, no contentos con tener hijos entre dioses, van en busca de mortales para procrear... y luego pasa lo que pasa, que tenemos semidioses en todos los rincones del mundo. Un claro ejemplo es Percy, que cuando descubre que su padre es Poseidón se ve en la obligación de asistir al campamento de mestizos.

No creáis que ser un semidiós es todo jauja, que va, ser hijo de Poseidón conlleva que el resto de dioses te odien y te toquen las narices constantemente, así que cuando al pobre Zeus le desaparece su rayo, ¿A quién le echan la culpa? ¡A Percy! Y el pobre Percy, hasta las narices ya, se verá en la tediosa tarea de recuperar el rayo y llevárselo a su tío para que no empiecen una batalla de hermanos y el mundo acabe arrasado.

En esta aventura le acompañará Annabeth, hija de Atenea, y el sátiro Grover, que para quién no sepa que diantres es un sátiro yo os lo aclaro: de cintura para arriba es un hombre y para abajo una cabra, ¿No es adorable? Yo quiero un sátiro como mascota. 

Ale, Percy, ahí te las apañes para recuperar el rayo.

Y dejándome ya de tonterías, os diré que esta saga empieza genial. Por lo menos este primer tomo me ha encantado y me han asegurado que continúa incluso mejor, así que en breves continuaré con la saga.

Uno de los puntos fuertes del libro es el humor, o por lo menos eso es lo que más me ha gustado, puedes estar en completa tensión que dos frases después te encuentras descojonandote con cualquier ocurrencia del sátiro. Además, que todo el rollo este de la mitología griega mola y mucho, no me digas que no. Cuando terminé el libro lo primero que hice fue buscar a todos los dioses del Olimpo y a tragarme toda su historia, y te aseguro que tú también lo harás, porque te molará, y mucho, la historia que ha creado Rick Riordan.

Por cierto, está publicado por Salamandra, y no, no es una copia de Harry Potter. (De hecho se escribió antes que la historia del niño que sobrevivió).


Se despide, vuestro ahora políticamente incorrecto, Javier Del Álamo.

ENCRUCIJADA DE CAMINOS

















Quizás os estáis preguntando dónde os encontráis, que blog es este. Bien, llevaba ya un tiempo pensando en que necesitaba expresarme, necesitaba escribir y pensar. Me he visto en la obligación personal de dar un lavado de imagen a este lugar, además de que últimamente tengo poco tiempo para dedicarme a escribir la historia de Timothy Sward y no me gusta la idea de dejar tan abandonado éste sitio.

Llevo unos días pensando en mis posibilidades. Miro hacia el futuro y se lo que quiero y que espero de él, pero no se cómo llegar hasta él. Me encuentro en una encrucijada de caminos, mi mente me dice una cosa pero mis emociones otra muy distinta, no se cual seguir ni por dónde guiarme. 
Veréis, el caso es que desde muy pequeño siempre he amado todo lo relacionado con la cinematografía, en el colegio tuve afán por el teatro, me gustaba actuar, pero con el tiempo me di cuenta que el mundo de la interpretación no estaba hecho para mí. Sin embargo, la mayoría de los recuerdos más felices que conservo de mi infancia son con una cámara en las manos y, de hecho, aún hoy, ponerme a grabar y editar después vídeos es lo que más feliz me hace.
Hace unos meses decidí que removería cielo y tierra para lograr hacerme un hueco en éste mundo cinematográfico del que os he hablado, aunque fuera como chico de los recados (bueno, quizás no tan abajo) y decidí que, para empezar, estudiaría Realización de proyectos audiovisuales y espectáculos, suena bien, ¿Verdad? Lo triste viene al encontrarme con que aquí, en Mallorca, las plazas son limitadísimas y no me ha dado la nota para entrar.

















Muy bien ¿Y ahora qué? ¿Qué opciones tengo? Existe un centro privado que también ofrece estos estudios con titulación oficial, pero claro, vengo de familia humilde y lamentablemente el dinero escasea y no puedo permitírmelo. He valorado opciones como ir a estudiar fuera de la isla pero claro, de nuevo, me encuentro frente a la barrera económica con un añadido más: a mis padres no les hace ninguna gracia, y aunque normalmente la opinión de mis padres no me suele importar demasiado, en este caso les tengo que dar la razón.
La única opción que veo ahora mismo y a estas horas de la madrugada es estudiar éste año algún módulo profesional de un año de duración que me llame la atención y el año que viene presentarme a examen para subir nota y volver a intentar entrar en lo que realmente quiero estudiar y mientras tanto seguir aprendiendo de forma autodidacta (que es lo que llevo haciendo toda mi vida).
Sé que todavía soy joven y que no debería tener tanta prisa, pero veo que el tiempo pasa y que, mientras el resto del mundo empieza a construirse su futuro, yo sigo estancado.
¿Qué pensáis? ¿Debería tomármelo con calma?

Se despide vuestro ahora angustiado amigo, Javier Del Álamo.

CAPÍTULO V - FOTOSÍNTESIS

A Tim todavía le daba vueltas la cabeza. Hacía tres horas que tía Olive había terminado su discurso, Tim no dijo nada, simplemente permanecieron callados y ella tras unos minutos se fue de la habitación sin decir nada. Los sentimientos se entremezclaban en la mente de Tim, sentía incredulidad, aunque estaba seguro de que lo que tía Olive había contado era verdad, ya que lo había sentido en sus propias carnes. Sentía euforia, pero a la vez miedo y un poco de pánico. Se sentía fuerte y débil al mismo tiempo. Permaneció inerte en el lecho durante horas, y no perdió la consciencia hasta que las primeras luces del amanecer entraron por la ventana.
Despertó cuando Edd le zarandeó el cuerpo agarrándolo por los brazos.
-          ¿Qué diablos ocurre? –Tim aún estaba medio dormido.
-          ¡Tim! ¿No es increíble?
-          ¿No es increíble el qué?
-          No te hagas el tonto que mi madre nos ha dicho que ya te lo ha contado. –Edd estaba eufórico.
-          Ah, bueno. Sí, es increíble.
-          ¿Tienes ganas de florecer? –Su primo se había sentado en la cama.
-          ¿De flore... qué?
-          ¡De florecer! –La sonrisa de Edd podría alumbrar un campo de fútbol entero. Entonces Edd abrió la palma de su mano y fijó la vista en ella. Tim pudo apreciar cómo a unos centímetros de su piel empezaba a nacer una luz verde que se desvaneció de repente. –Ya sabes, de cumplir los dieciséis y entrar en el Círculo.
-          No… no lo sé. –Dijo Tim con un gesto de incredulidad en la cara, todavía alterado por lo que su primo acababa de hacer y que para él había sido tan normal como respirar. –Eso del Círculo no me transmite muy buenas vibraciones.
-          ¡No digas tonterías! Lo del “Círculo” es sólo un nombre, en realidad somos como una gran familia.
-          De la que yo no formo parte…
-          ¡Claro que formas parte del Círculo! ¡Desde que naciste!
-          Puede ser, pero yo no he crecido sabiendo de su existencia Edd. Se me ha estado ocultando… –“y me gustaría saber por qué”, pensó Tim.
-          Quizás simplemente fue porque tu madre mu… -Edd se percató de que Tim había empezado a poner mala cara. –Lo siento.
-          Da igual. –Pero la triste realidad es que no era verdad. –Voy a ducharme.
Hay pocas cosas tan reparadoras como una buena ducha de agua caliente, simplemente te escondes bajo la alcachofa y parece que tus problemas desaparecen por el desagüe. Tim nunca se había sentido normal en comparación al resto del mundo, tampoco había tenido esa sensación de formar parte de algo y ahora se le presentaba todo ante sus narices y no lograba asimilarlo. En tan sólo unos días había visto cómo un árbol se doblaba para golpear a una persona y a Edd sacando una especie de chispa de sus manos. Intentaba llevarlo todo con calma, pero es duro callar al niño interior que tan sólo quiere preguntarlo todo.
Empezaba a tener ganas de huir de allí, de volver con su padre y hacer cómo si nada de toda ésta locura hubiera ocurrido. ¿Acaso su padre sabía algo del Círculo de la Tierra? Y de ser así ¿Por qué decidió ocultárselo a Tim?
La ducha duró más tiempo de lo normal, aunque menos de lo que habría deseado. Se vistió y bajó las escaleras hasta la cocina, dónde estaban tía Olive y Helen.
-          Buenos días. –Dijo Tim educadamente.
-          Buenas tardes. –Le corrigió Helen. –Ya es la hora de comer.
-          Helen… ves a poner la mesa. –Y Helen salió de allí sin decir ni una sola palabra más. –Bueno Tim, ayer no dijiste nada, ¿No hay nada que quieras preguntarme respecto a lo que te conté? –De hecho tenía mil preguntas deseando escaparse de sus labios, pero decidió ir a lo que más le preocupaba.
-          ¿Mi padre sabe algo sobre El Círculo de la Tierra?
-          Si… Sí, claro. Tu padre estaba al tanto cuando se casó con tu madre.
-          ¿Y porque no me lo ha contado antes? –Tim empezaba a sentirse furioso.
-          Esa pregunta no me corresponde responderla a mí. Verás Tim, hay cosas que se nos escapan de las manos y que no podemos decidir, cuando tu madre falleció tu padre tuvo que aprender a vivir con su ausencia, y decidió alejarse de todo lo que tenía que ver con tu madre. Hay veces que las personas necesitamos olvidar para curar nuestras heridas y tu padre decidió mantenerse al margen y con ello se vio obligado a mantenerte a ti alejado también.
-          ¿Y no pudiste explicármelo tú antes? Es decir, me he pasado toda mi vida viviendo una vida al margen de todo, mientras en el colegio se metían conmigo y se burlaban de mí ¿Y ahora resulta que tengo superpoderes y que podría haberlos convertido en ceniza a todos?
-          Tim, baja de las nubes, no eres Goku. –Era Mike que entraba en la cocina haciendo saltar una especie de bola de cristal con la mano. –Mamá, me parece que me encargaré yo de explicarle a Tim el mundo Groundwer. –Entonces se volvió a dirigir a Tim. –Para empezar ésta tarde te vienes conmigo al campamento.
Y así fue. Después de comer Mike cogió una mochila y se dirigieron hacia el bosque. Llevaban media hora caminando en silencio y Tim no pudo soportar más el silencio.
-          Oye…
-          ¿Sí? –Respondió Mike.
-          Según lo que me contó tu madre anoche, dentro del Círculo hay muchos Grandeswars.
-          Groundwers. – Le corrigió Mike.
-          Lo que sea, ¿Y dónde están? ¿Viven entre el resto de la gente? ¿Se hacen pasar por personas… normales?
-          Normales… ¿Quién decide que es normal y qué no? –Mike suspiró, se desvió del camino para caminar por una senda más estrecha y cubierta de maleza al rededor. Tim le siguió. –Lo “normal” es muy subjetivo.
-          Ya sabes a lo que me refiero.
-          Sí, ya lo sé. Y respondiendo a tu pregunta, cada Groundwer es libre de elegir dónde quiere vivir. Hay algunos que intentan vivir entre el resto del mundo, cómo nosotros, pero es complicado.
-          ¿Por qué es complicado?
-          Para nosotros no lo es tanto, es decir, vivimos prácticamente en el bosque. No conozco a nadie del Círculo que viva en una ciudad, sería cómo torturarse a uno mismo. –Mike se quedó ensimismado por unos segundos hasta que se percató de que Tim lo miraba atentamente esperando a que continuara. –Somos las criaturas de la naturaleza. –Continuó Mike. –Nuestra Aura pertenece al bosque y no puedes llevarte contigo algo que no es tuyo.
-          Pero Mike, –Empezó Tim. –yo he vivido en una ciudad desde que tengo uso de razón.
-          A ti todavía no se te ha otorgado el Aura.
En aquél momento Tim se percató de que la senda que recorrían desde  hacía unos minutos acababa a tan sólo unos metros, un gran muro de maleza salvaje se extendía ante sus ojos.
-          Creo que te has equivocado de camino. –Dijo Tim al ver que Mike seguía caminando hacia los enormes matorrales.
-          ¿Qué te hace pensar eso? –La voz de Mike sonaba serena y en calma.
-          ¿Por esa maraña de hiedra? ¿Quizás?

-          No es hiedra lo que ves, es Gloriosa. –Mike se detuvo frente a las enredaderas. –La Gloriosa para ser exactos, la entrada a los Nidos.


CAPÍTULO IV - CÍRCULOS

-          Tim, arriba.
 Tim se despertó con algo debajo del hombro, era el libro de En el camino. Se frotó los ojos y miró a la persona que le había despertado, era tío Peter.
-          Venga, el desayuno ya está listo. –Se dirigía a la puerta cuando de pronto se detuvo en seco. – ¿Podrías despertar a Edd? Llevo más de media hora pidiéndole que se levante.
-          Ehm, sí, claro.
Tim se levantó de la cama y estiró los músculos, había dormido mejor que nunca, quizás era por el agotamiento del viaje del día anterior o porque había dormido en una cama que era dos veces más grande que la suya. Se deshizo del pijama y se puso unas bermudas y una camiseta corta. El día parecía haber mejorado, todavía quedaban restos de la lluvia de la noche anterior, pero el calor hacía que poco a poco desaparecieran.
Se dirigió al cuarto de Edd, la puerta estaba abierta y entró. Edd estaba dormido boca abajo, una pierna y un brazo le colgaban por el lateral de la cama. Tenía la boca abierta y roncaba.
-          Edd, levántate ya, tienes a tu padre de los nervios.
-          “Grinco minutogr magr”. –Gruñó Edd.
-          ¡Vamos Edd! –Pero Edd ni se imutó.
En ese momento entró Mike al cuarto, iba en calzoncillos y con una camiseta vieja. Llevaba una jarra en la mano, miró a Tim y se puso un dedo en la boca pidiéndole que no dijera nada. Se acercó a su hermano y vertió el agua que había en la jarra en la cara de éste. Edd empezó a chillar hasta que se dio cuenta de lo que acababa de pasar. Mike empezó a reírse a carcajadas y Tim no pudo evitar acompañarle.
-          ¡Te vas a enterar! –Gritó Edd levantándose de la cama y corriendo detrás de Mike, pero éste le llevaba ventaja y corrieron escaleras abajo.
-          ¡El pequeño Edd le tiene miedo al agua! –Gritaba Mike a carcajadas.
Tim bajó las escaleras riendo y se los encontró en el comedor.
-          ¡Misión cumplida! –Decía Mike a su padre, aun riéndose y con Edd pegándole puñetazos en el estómago, pero éste ni se inmutaba.
-          Traidor. –Era Edd, miraba a Tim. – ¡Me podrías haber avisado!
-          Te dije que te levantaras, eso te pasa por no hacerme caso. –Dijo Tim todavía entre risas.
Helen entró en el comedor y dio los buenos días, miró a Tim de reojo y se sentó en la mesa. El resto también se sentó y a Edd se le pasó el enfado en cuanto empezó a comer, o engullir, mejor dicho.
-          Oye chicos. –Empezó tío Peter. –He pensado que ya que hoy es domingo y no tengo que trabajar, podríamos ir todos al lago. ¿Qué os parece?
-          Genial. –Dijo Helen sarcásticamente. –Yo paso.
-          Tú siempre tan simpática. –Edd la miraba con una ceja enarcada.
-          A mí me parece bien. –Dijo Tim tímidamente.
-          Y a mí. –Le acompañó Edd.
-          ¡Sea pues! –Concluyó su padre.
Acabaron de desayunar y Tim y sus primos subieron a las habitaciones. Tim entró en su cuarto y se tumbó en la cama, había comido tanto que le había vuelto a entrar morriña. Edd entró en su habitación embutido en un bañador.
-          ¿A qué esperas? ¡Ponte el bañador!
-          Edd… tengo un problema. –Le dijo Tim. –No he traído bañador.
-          Has traído una mochila llena de libros y no un bañador. Muy sensato por tu parte. –Y empezó a reírse. –Tengo otro, ven te lo prestaré. –Y fueron a la habitación de Edd. Éste, tras unos minutos desalborotando el armario dijo. –No lo encuentro.
-          Siempre puedes bañarte en calzoncillos. –Era Mike que entraba por la puerta con una sonrisa de medio lado. –Mamá lo habrá puesto a lavar. Tim, baja a preguntarle.
Tim se dispuso a hacer lo que le había dicho. Bajaba las escaleras observando los retratos que había colgados en la pared, era el único lugar de la casa dónde había fotos y según bajaba podía ver cómo toda la familia iba haciéndose más joven. Podía ver a Edd con tres años tirándole de las orejas a Helen y a Mike intentando separarlos. A Tim le hubiera gustado haber tenido hermanos y tener fotografías cómo esa. Llegó al comedor dónde habían desayunado, la mesa estaba ya recogida. No sabía dónde estaba tía Olive hasta que oyó su voz al otro lado de la pared, en la cocina.
-          ¿Cuántas lluvias semanales han prometido?
-          Sólo dos. –Le respondió tío Peter.
-          ¿Será suficiente?
-          Quizás no, pero al menos mantendrá el bosque húmedo. –Y ambos se quedaron callados y Tim aprovechó para entrar en la cocina y tía Olive se sobresaltó.
-          ¿Qué ocurre Tim? –Dijo ésta con dulzura.
-          Olvidé traer bañadores y Edd no encuentra otro para dejarme. Mike dice que quizás lo pusiste a lavar.
-          ¡Ay, Tim! ¡Lo tiré la semana pasada! Estaba ya muy viejo. Pídele a Mike uno de los suyos que ya le quede pequeño.
-          De acuerdo. –Y Tim salió de la cocina.
Durante el camino desde la cocina a la habitación de Mike, Tim, no podía parar de preguntarse porqué a su tía le preocupaba tanto cuantas veces lloviera ni quien había prometido que llovería dos veces a la semana. Su mente volvía a ser un hervidero de preguntas sin respuesta.
-          ¿Y bien? –Le sobresaltó Edd, sacando a Tim de sus pensamientos.
-          ¿A tu madre le gusta la lluvia? –Le preguntó Tim.
-          No que yo sepa. –Dijo mirando con cara de confusión a Tim mientras éste seguía con cara pensativa. –¿Estás bien? ¿Te has dado algún golpe en la cabeza? –Dijo alborotándole el pelo en busca de chichones y Tim no pudo evitar reírse.
-          Por cierto, tu madre tiró tu viejo bañador. Voy a pedirle a Mike si me deja alguno.
Y Mike le dejo uno, Tim se lo puso y sus primos no pudieron evitar reírse. El bañador le quedaba enorme, había tenido que apretarlo tanto para atárselo, y que no le cayera, que parecía que llevaba una falda. Al final Tim también se echó a reír.
-          ¡Pareces una sombrilla! –Le dijo Edd riendo a carcajadas.
-          Al menos así estaremos seguros de que no te ahogarás, el bañador hará de flotador. –Soltó Mike, y Edd empezó a llorar de la risa.
Entre risas Tim pensó que no le importaría quedarse a vivir para siempre allí, entre la risa contagiosa de Edd, que afloraba en cualquier momento y por cualquier comentario, y las pullas entre hermanos. Nunca había sentido el sentimiento de permanecer a algo y desde el poco tiempo que llevaba allí lo había sentido más veces que en toda su vida.
Edd, Mike, tío Peter y él fueron al lago, que para sorpresa de Tim no estaba lejos del prado. Fueron a pie atravesando el bosque por un sendero que lo cruzaba de lado a lado. El lago era enorme, quizás el lago más grande que Tim había visto en su vida. Parte de él estaba rodeado de rocas de las que emanaba agua haciendo parecer una pequeña cascada, el bambú brotaba del agua al otro lado y había nenúfares que crecían cerca de éste. Cerca de las rocas había algunos pescadores pasando el día y un grupo de chicos y chicas se divertían saltando desde las rocas haciendo que no pudieran pescar nada.
Tío Peter se unió a los pescadores, a los que ya conocía, y ellos se acercaron al grupo que saltaba desde las rocas y para sorpresa de Tim, eran amigos de Mike y Edd. Les presentaron, había dos chicas, que se llamaban Mayra y Susan, y Robie, Dave y Will eran los chicos. Tim se preguntó si aquél grupo eran familia lejana suya, ya que extrañamente todos tenían los ojos verdes. Robie y Will tenían la edad de Mike y pasaron el día debajo de un árbol charlando, Susan y Mayra, aunque debían tener la edad de Edd y Tim, también estuvieron con ellos. A Tim le pareció que a Susan le gustaba Mike ya que ella reía sus gracias todo el día y se tumbaba apoyando la cabeza en las piernas de éste. El único que estuvo con ellos dos, fue Dave, que también tenía la edad de Edd. Dave era igual de alto que Tim, tenía el cabello rubio y unos pómulos marcados. A Tim le pareció simpático, aunque no era tan extrovertido cómo Edd.
Comieron unos sándwiches, que tía Olive les había preparado, cerca del lago y cuando cayó la tarde, todo el grupo se despidió y Susan le dio un beso en la mejilla a Mike.
-          ¿Has visto eso? –Dijo Edd cuando el grupo ya estuvo lo bastante lejos para no oírle.
-          ¿Si he visto qué? –Preguntó Mike
-          Cómo te ha besado en la mejilla, está colada por ti.
-          No digas tonterías. –Mike intentaba parecer desinteresado pero se ruborizó un poco.
-          No te emociones, Mike. Sólo le gustas porque vas a ser entrenador. –Edd le dedicó una sonrisa burlona.
-          ¿Ella también se ha apuntado a la academia? –Ésta vez era Tim el que hablaba y Mike y Edd lo miraron con sorpresa.
-          ¿Qué academia? –Dijo Edd.
-          Bueno, he supuesto que iba a ser entrenador de una academia.
-          No es precisamente... –Mike le había interrumpido dándole un codazo. –¡Oye! –Gritó mirando a su hermano. –¡Ah! Bueno, sí. Es algo así como una academia.
-          ¿Qué ocurre? –Dijo Tim, había algo en esa conversación que no le cuadraba.
-          Nada, ¿Qué va a ocurrir? –Mike se levantó y se sacudió el bañador. –Deberíamos irnos ya, está empezando a oscurecer.
Fueron a buscar a tío Peter, que ya se despedía de los pescadores y se dirigieron para casa. Durante la vuelta Mike y su padre caminaron mientras hablaban a unos diez metros por delante de Edd y Tim. Edd le contaba a Tim algo sobre el hambre que tenía y que le gustaría comer, pero Tim se limitaba a asentir de vez en cuando y sonreír. Estaba intentando escuchar algo de la conversación de Mike y su tío, pero Edd no le dejaba escuchar. Al final se resignó y empezó a prestarle atención a su primo.
Llegaron a casa y desde el recibidor se podía oler el aroma de la cena que llegaba desde la cocina. A Tim le empezaron a rugir las tripas, por suerte no tardaron en cenar. Su tía había preparado espaguetis a la carbonara y carne recubierta de una salsa que Tim no logró adivinar.
Cuando acabaron de cenar se fueron a duchar. Para Tim la ducha fue regeneradora y el agua caliente lo había adormilado, al salir echó un vistazo a la habitación de Edd y éste se había quedado completamente dormido. Fue a su cuarto y se dispuso a acostarse, cuando para su sorpresa tía Olive interrumpió en él.
-          Hola Tim, ¿Puedo hablar contigo?
-          Claro, pasa. –Por el tono de su tía, Tim se preguntaba si había hecho algo que no debía. Ésta entró, cerró la puerta, se sentó en la cama e hizo un ademán con la mano para que Tim se sentara junto a ella. –¿Qué ocurre?
-          Verás Tim, ¿Recuerdas el incidente de ayer? –Tim asintió, claro que lo recordaba, ver a una persona ser aplastada, literalmente, por un árbol no se olvida fácilmente, y menos cuando uno tiene la seguridad de que ha sido él quien lo ha hecho, aunque parezca una locura. –Verás, te dije que ya sabía que lo habías hecho tú, y cómo sé que tendrás la mente llena de preguntas, y antes de que te enteres de manera desafortunada, he decido explicarte lo sucedido. –Tim no respondió.
Todavía no sé por dónde empezar, así que empezaré por el principio.
La tierra tal y cómo la conocemos depende del Equilibrio y éste, a su vez, está formado por cuatro Círculos, tales como; el Círculo del Agua, el Círculo del Aire, el Círculo del fuego y, por último, el Círculo de la Tierra.

Dentro de cada Círculo existen una serie de seres que defienden el Equilibrio para que éste no se rompa. Y tú, Timothy Sward, igual que el resto de la familia Sward, perteneces al Círculo de la Tierra desde que naciste. Cuando un ser de tierra, es decir, un Groundwer, cumple los dieciséis años, se le considera capaz de mantener el Equilibrio y adquiere el Aura. El Aura permite cosas cómo lo que hiciste ayer, Tim, en cierto modo, te da poder sobre la naturaleza. Y, aunque nunca antes había visto un Groundwer manifestando su Aura antes de los dieciséis años, dentro de tres días, cuando los cumplas, la adquirirás por completo y te unirás al Círculo de la Tierra.

¡"El Círculo de la Tierra" tiene ilustrador!

Pues estoy bastante emocionado por la noticia que os traigo ¡Y es que ésta pequeña historia tiene ilustrador!
Hace unos días paseando por la blogosfera y viendo el blog de mi amigo Piix, descubrí los dibujos que hacía y me gustaron tanto que no pude resistirme a pedirle si le gustaría hacer algunos para ambientar algunos capítulos. ¡Y ha dicho que sí!

Os dejo la primera ilustración que me ha enviado:


Sí, es Timothy Sward en... El bosque de Narwarts.

He de decir que en el próximo capítulo descubriréis bastante de lo que rodea el mundo de Tim y con suerte habrá alguna ilustración de Piix, ¡No olvidéis pasaros por su canal!
Por cierto Piix, si estás leyendo ésto, no me hagas mucho caso y haz los dibujos cómo a ti más te gusten, ¡Que yo no entiendo demasiado! Jajaja


Y sin nada más que añadir... ¡Os dejo hasta el viernes!

Javier Del Álamo

CAPÍTULO III - LINAJE

           El resto del viaje transcurrió tranquilo, ni Olive ni Tim volvieron a hablar, se limitaban a escuchar una entrevista que realizaban en una emisora. Hablaban sobre el tiempo, decían que era uno de los veranos más calurosos de los últimos quince años y sobre algunos bosques que se habían incendiado. Tim ni si quiera prestaba atención, se limitaba a observar por la ventana absorto en sus pensamientos, todavía no lograba entender lo que había ocurrido en su última parada. Tenía mil preguntas para tía Olive, pero le pareció que en ese momento lo mejor que podía hacer era callar y que esas preguntas continuaran encerradas en su mente hasta nuevo aviso.
            Empezaba a oscurecer y tía Olive encendió las luces del coche. Hacía unas ocho horas que habían salido de la ciudad, y Tim se empezaba a cuestionar cuánto tiempo más tendría que aguantar en ese coche cuando Olive señaló un cartel que anunciaba la entrada a Narwarts.
-          ¿Ya hemos llegado? –Preguntó Tim esperanzado.
-          Aún no, pero no falta mucho.
Aquella respuesta llenó a Tim de alivio. Entraron en Narwarts, era un pequeño pueblo anclado en medio de la nada. La mayor parte de las casas eran antiguas, de piedra, con tejados angulosos y de casi todas salían algunas luces de sus ventanas. El pueblo estaba bastante vacío, tan solo vio un grupo de niños jugando en la calle y un par de señoras conversando.
Su tía giró a la derecha en un cruce y entró por un camino que se alejaba del pequeño pueblo, cada vez veía más vegetación, se podían ver en lo alto de algunas colinas luces que asomaban por las ventanas de algunas casas. Empezó a llover y Olive cerró las ventanas del coche, tras unos minutos por aquellos caminos llegaron a una entrada con una puerta de madera. Su tía se bajó del coche y la abrió, volvió a subirse al coche empapada y entraron en la finca. Tim podía apreciar a través de la oscuridad los prados y los bosques que tía Olive le había comentado y en lo alto de una ladera una casa del estilo de las que había visto por el camino, también era de piedra y con tejados angulosos, la diferencia principal era que tenía algunos árboles cercanos a la casa y que la mayoría de paredes de piedra estaban cubiertas de enredaderas, que bordeaban las ventanas y le conferían un aire a casa de cuento.
Olive aparcó el coche debajo de un algarrobo enorme que había muy próximo a la entrada de la casa.
-          Ya hemos llegado. –Dijo mientras apagaba el coche y le dirigía una sonrisa a Tim.
Ambos se bajaron del coche y fueron corriendo a refugiarse de la lluvia debajo del pequeño porche que había en la entrada de la casa. Olive sacó las llaves de su bolso, pero cuando iba a introducir la llave alguien abrió la puerta.
-          Os he visto llegar. Rápido, pasad, está lloviendo a cantaros. –Era tío Peter.
Entraron en la casa y su tío cerró la puerta. Éste miró a Tim.
-          ¿Cómo estás, Tim? –Le dijo sonriéndole y pasándole la mano por la cabeza. –Debes haber crecido veinte centímetros desde la última vez que te vi.
-          Eso dicen.
-          Qué bien huele, ¿Habéis preparado la cena? –Olive cerraba los ojos para aspirar ese olor a patatas que impregnaba la casa.
-          Estamos en ello, aunque no nos vendría mal un poco de ayuda.
Entonces alguien bajaba corriendo las escaleras, era Edd, el primo de Tim. Tenía un año más que él y era unos centímetros más alto. Era castaño, cómo su padre y tenía los ojos verdes como el resto de la familia.
-          ¡Tim! –Dijo Edd entusiasmado y le dio un abrazo a Tim. –Ya pensaba que no llegaríais hoy, ¿Por qué diablos habéis tardado tanto?
-          Esa lengua Edd. –Le regañó su padre.
-          Hemos salido tarde. –Le decía Olive. –Edd, avisa a tu hermano y ayudad a Tim a recoger las maletas del coche y llevadlas a su cuarto.
-          ¡Eso está hecho!
Sus tíos se fueron en dirección a la cocina y Edd volvió a subir corriendo las escaleras a la voz de “¡Mike! ¡Mike!”. Mike era el hermano mayor de Edd, al que Tim ya casi ni recordaba, ya que éste se solía saltar los pocos eventos en los que la familia se juntaba. Tras unos minutos Tim vio que Mike y Edd bajaban las escaleras.
-          Ya voy. ¡Edd! ¡Estate quieto! –Gritaba Mike mientras se intentaba poner una camiseta y Edd lo estiraba escaleras abajo tirando de ella.
La situación era del todo cómica, pensó Tim. Al final Mike consiguió deshacerse de Edd, ponerse la camiseta y bajar las escaleras sin morir en el intento.
-          ¡Hey Tim! ¿Cómo va eso? –Le dijo Mike dándole una palmada en el hombro.
-          Bien, ¿A ti?
-          Bien hasta qué éste cafre me ha tirado de la cama. –Y le dio una colleja.
-          Eso te pasa por dormir tanto. –Se reía Edd.
Mike era tres años mayor que Tim. Tenía los mismos ojos verdes que el resto de la familia, el pelo castaño igual que Edd y ya le había empezado a crecer la barba alrededor de los pómulos. La camiseta le quedaba apretada ya que tenía más masa muscular de lo que Tim lograba recordar.
-          Bueno, ¿Dónde están esas maletas? –Dijo Mike sonriendo y los tres se dirigieron al coche.
Corrieron bajo la lluvia, Mike abrió el maletero y le pasó una maleta a Edd y la mochila a Tim. Él cogió las dos maletas más grandes con una sola mano y cerró el maletero con la otra. Entraron en la casa y se dirigieron escaleras arriba, subieron hasta el segundo piso, dónde había una especie de descansillo con tres puertas, una de esas puertas daba a la habitación de Mike y la otra a la habitación de Edd. Entraron por la última. El nuevo cuarto de Tim era abuhardillado, tenía una cama doble en un rincón, estanterías llenas de libros en el otro y un escritorio al lado de un armario de caoba. Dejaron las maletas encima de la cama.
-          ¿Necesitas ayuda para guardar las cosas? –Preguntó Mike.
-          No, no hace falta.
-          En ese caso, os dejo. Tengo algunos trabajos que adelantar. –Y salió por la puerta.
-          Bueno, ¿Qué te parece? –Edd se tumbó en la cama entre el poco espacio que dejaban las maletas.
-          Está bien. –Dijo Tim sentándose en la silla de ruedas del escritorio y mirando el cuarto. –Me gusta.
-          No es gran cosa, la verdad, pero mi madre pensó que te haría ilusión usar la habitación de tu madre.
-          ¿Ésta era la habitación de mi madre? –Y esta vez miró a su alrededor con otros ojos.
-          Sí, cuando tu madre se fue decidieron mantenerla tal y cómo ella la dejó.
-          Vaya…
-          Vamos, deshagamos las maletas. –Edd ya se había levantado, había abierto la mochila dónde Tim llevaba sus nuevos libros y la miraba con escepticismo. –Dime que has traído más cosas a parte de libros. –Y rápidamente se puso a abrir el resto de maletas.
-          No seas tonto, claro.
-          Menos mal, por un momento he creído que tendría que compartir mi ropa contigo.
Tim se puso a reír y su primo lo acompañó. Tim abrió el armario para empezar a guardar las perchas y estaba completamente vacío.
-          No hay perchas. –Tim miró a su primo.
-          Me parece que mi madre te compró el otro día. Ahora vengo. –Se dirigía a la puerta cuando Tim lo hizo detenerse.
-          ¿Tu madre ya sabía que vendría?
-          Claro, hace semanas que nos dijo que vendrías. ¿Por qué?
-          Por nada, déjalo.
Edd salió de la habitación y Tim se quedó sólo con sus pensamientos. Ayer mismo tía Olive le había preguntado si Tim quería venir a pasar el verano a Narwarts cuando ellos ya sabían que vendría. ¿Y si Tim se hubiera negado a venir? No, no lo hubiera hecho. Recogió los libros que Edd había dejado desperdigados por la cama y se dispuso a colocarlos en algunos huecos que quedaban libres de la estantería. Guardó tres cuando se puso a observarlos. Su primo había dicho que la habitación estaba tal y cómo su madre la había dejado antes de irse, así que todos esos libros debieron pertenecer a ella. Se dio cuenta que no sólo tenía parecidos físicos con su madre, si no que ambos también compartían el placer por la lectura. Entre aquellos libros vio En el camino de Jack Kerouac, el libro preferido de su padre y que nunca le había dejado leer porque decía que no era para su edad y que no lo comprendería. Leyó la sinopsis, trataba sobre un grupo de amigos que atravesaban América, estaba basado en la vida real de su autor. Su padre ahora no podría evitar que lo leyera. Lo abrió y vio que la primera página estaba escrita a pluma.

Para Peter, porque algún día nosotros también recorreremos América al estilo de Dean Moriarty y Sal Paradise. “¡Hay que reducir el costo de la vida!”
Tu viejo amigo, Jason.

Lo había escrito su padre. El único Peter que Tim conocía era su tío, éste ejemplar se lo debió regalar su padre y por alguna razón acabó en la estantería de su madre.
-          ¡Aquí están! –Edd interrumpió el hilo de sus pensamientos. Entraba por la puerta con tres paquetes de perchas empaquetadas.
-          Ya era hora, me estaba empezando a aburrir. –Dijo un Tim sonriente.
Ambos se pusieron a guardar la ropa. Su primo guardaba algunas prendas en la cómoda y Tim colgaba otras en el armario. Cuando acabaron de ordenarlo todo, guardaron las maletas en el altillo del armario.
-          Oye Edd.
-          Dime. –Dijo éste tumbándose de nuevo en la cama.
-          ¿Tu padre y mi padre eran amigos?
-          ¡Ya lo creo! Papá siempre cuenta anécdotas de cuando eran jóvenes.
-          Vaya, no sabía nada.
En ese momento tía Olive los llamaba desde la planta baja para cenar, Edd salió corriendo al grito de “¡Al fin!” y Tim le siguió, aunque no tan frenéticamente. La puerta de la habitación de Mike estaba abierta y no había nadie dentro, ya debía haber bajado. Bajaron los dos tramos de escaleras, llegaron al recibidor, pasaron un pasillo y llegaron al comedor. Esa casa era tres veces más grande que la suya. Mike y Helen estaban poniendo la mesa cuando Edd y Tim entraron. Helen era la hermana pequeña de Mike y Edd, tenía dos años menos que él y uno menos que Tim. Tenía los típicos ojos verdes heredados por parte materna y, a diferencia de sus hermanos, también tenía el pelo rubio de su madre.
-          Hola Helen. –La saludo Tim sonriendo.
-          Hola. –Helen ni si quiera miró a Tim al responder, se sentó en la mesa mientras tío Peter servía la comida.
El resto también se sentaron, todos menos Olive que venía de la cocina con una bandeja llena de patatas bravas. Una vez la colocó en el centro de la mesa, también se sentó.
-          Bueno Tim, ¿Te ha gustado la habitación? –Dijo tío Peter mientras se servía un muslo de pollo.
-          Sí, me ha dicho Edd que era la de mi madre. –Respondió Tim y todos se quedaron callados.
-          ¿Ha pasado un ángel? –Era Edd mientras se echaba una cantidad excesiva de patatas bravas.
-          Edd, deja patatas para los demás. –Le regañó su madre y éste, resignado, volvió a dejar la mitad de la ración que se había servido.
Tim también se sirvió y empezó a comer. Se pasó el resto de la cena callado, escuchando lo que hablaban los demás. Por lo que le pareció entender, Mike, iba a empezar a trabajar de entrenador en una especie de escuela de pelea, o algo así, enseñando a los principiantes. Empezó a contar las clases que tenía previstas y unas llaves nuevas que había inventado, probándolas con Edd mientras éste se quejaba. A Tim se le atragantaba la comida cuando reía, no recordaba haberse reído tanto mientras cenaba.
Al final de la cena todos recogieron y Olive anunció que era la hora de ir a dormir. Helen no le había vuelto a dirigir la palabra a Tim durante el resto de la cena y así siguió después de ella. Edd se escaqueó un poco de recoger y se llevó a Tim para arriba.
-          Bueno Tim, me voy a acostar, estoy agotado. Buenas noches.
-          Buenas noches Edd.

Tim entró en su cuarto, se puso el pijama, cogió el libro de En el camino y se puso a leerlo tirado en la cama, pero también estaba cansado y a las tres o cuatro páginas se quedó dormido con el libro abierto sobre el pecho.